Cada año, al atardecer del último sábado del mes de agosto, huele a flor en el Raval. La devoción inunda sus calles para desembocar en el epicentro del sentimiento purisimero; el patio de San Francisco. Allí espera la imagen para recibir a sus pies, las muestras de respeto, agradecimiento y admiración en forma de flor.
Pero este año, el más especial de nuestras vidas, también la ofrenda ha tenido un escenario diferente, un protocolo diferente, unas circunstancias diferentes, todo es diferente. Todo, menos el sentimiento. El sentimiento es el mismo, y seguramente en este caso extraordinario, sea incluso más agudizado.
El COVID nos ha impedido celebrar como merece, las fiestas en honor a nuestra Virgen Purísima. Pero en el corazón late un sentimiento que supera incluso los tiempos más difíciles, las vivencias más complicadas. Conscientes pues de las circunstancias y respetando todas las medidas de precaución que marca la pandemia, los devotos de la Corte de María han protagonizado una ofrenda muy especial, seguramente la más especial de todos los tiempos. Justo el día en el que se cumplían, veintidós años de la Coronación de nuestra Madre.
La Clavaría y Mayoralía 2019-2020 ha encabezado un acto emotivo, sencillo, pero lleno de sentimientos especiales. La misa celebrada por el reverendo D. Miguel Comes, ha dado lugar a una pequeña ofrenda floral en el altar de la Capilla de la Madre Purísima. Los clavarios Patricia Calvo y Germán Izquierdo, seguidos de sus mayorales y mayoralesas, han entregado flores y un hermoso canastillo a los pies de la hornacina. A su ofrenda se han sumado también, las cinco últimas Clavarías de la Archicofradía de la Corte de María. Nadie olvida el pasado, más aún, cuando hay tanto que agradecer. El movimiento Junior de la Parroquia también ha realizado su particular ofrenda floral.
Por supuesto, no podía faltar la Banda Primitiva de Llíria. Enraizadas desde su nacimiento, ambas instituciones evidencian, hoy y siempre, su estrecho vínculo y así lo ha demostrado la sociedad musical con la ofrenda de sus flores. Fiel a su cita también, un espectacular canastillo entregado por la Clarinera Mayor y su corte de Musas de la música.
El Tota Pulchra ha coronado un acto que juntaba sencillez con exceso de sentimiento. Un bonito contraste acorde a los tiempos que vivimos.
Es el latir de un barrio que deja atrás una de sus semanas más tristes. Lo que debió ser bullicio, ha sido silencio. Lo que era multitud, fue vacío. Lo que era el sonido de la alegría, ahora se escucha, tan sólo, el eco de la preocupación. Pero detrás de todo, está el latir de un barrio que crece y se fortalece bajo el manto de la Purísima. A su amparo seguramente se somete cada uno de sus feligreses y feligresas. Desde la extraña intimidad que hoy en día permite la incomodidad de las mascarillas, pero que a su vez nos ofrecen un mayor recogimiento a la hora de decir y pedir: ¡Purísima, no nos abandones!. Y, gracias.
Puedes ver más sobre la Eucaristía en la siguiente entrada del Facebook de la Parroquia de San Francisco de Asís.